Cabezas enormes de un toro o un carnero, una cabra con cola de pez o unas manos sobre las que revolotean mariposas protagonizan los escaparates de la nueva estación en El antiguo Iriarte, fruto de una colaboración con la ilustradora asturiana Marina Eiro que convertirá la calle Magdalena en una galería de arte al aire libre
Desde el `pasado sábado hay una enorme cabeza de toro en uno de los escaparates de la tienda, el de la derecha según miras de frente la fachada. El morlaco tiene un corte limpio en la garganta desde donde se asoma un ratoncillo entre margaritas, amapolas y otras flores silvestres que rodean el enorme cuello del animal. Es la interpretación que la ilustradora asturiana Marina Eiro ha hecho del signo zodiacal Tauro.
En el otro escaparate, el de la izquierda, es una enorme cabeza de carnero la que protagoniza la escena. Alrededor de su cuello, una armadura; los cuernos poblados de ojos (los suyos propios) y bajo su morro, una llamarada de fuego. Parece más bravo que el toro, suavizado este por las flores en las que se enreda ( a mi me recuerda a Ferdinando, el protagonista de un maravilloso cuento escrito y publicado en 1936 por Munro Leaf y que contaba la historia de un morlaco sensible y pacífico que prefería oler las flores bajo una encina que ser lidiado en la plaza para demostrar su bravura). El carnero simboliza a Aries y también responde a la libre interpretación que Marina ha hecho de este signo.
Ambas obras pertenecen a su último trabajo, Zodiaco, y protagonizan junto a otras dos (que representan a Géminis y a Capricornio) las creaciones escogidas para Primavera Mágica, una colaboración cocida a fuego lento entre El antiguo Iriarte y Marina Eiro y que va a revolucionar y llenar de color y fantasía la estación que precede al verano en los comercios de la calle Magdalena.
Ante el cansancio general, la apatía, la ansiedad y la tristeza generada por el Covid-19, desde El antiguo Iriarte queríamos aportar algo de alegría, de esperanza, de belleza. Ya que no podemos asistir a lugares cerrados, que no podemos visitar exposiciones (casi ni las hay) y que muchas veces ni siquiera podemos salir del perímetro de la ciudad, pensamos en acercar el arte a los ciudadanos, sacarlo a la calle y dejar que nuestra mente vague, que nuestros ojos contemplen y que nuestros sentidos se activen.
Con esta idea en mente y por casualidades de la vida, surgió esta colaboración entre Marina y nosotras. Queríamos hacer algo especial para primavera, inaugurar la campaña con ilusión (estamos todos tan necesitados de ella…). En verano, yo había visto unos retratos maravillosos realizados con lápices de colores colgados en La Carta de Cimadevilla. Me llamaron la atención, sobretodo, las miradas de esas caras. Me quedé con la información. Un día, charlando con un amigo, no sé cómo llegamos a esas obras y a su autora. «¡La conozco! Es amiga mía», me dijo.
-Ah, pues me la tienes que presentar. Me encantan las sinergias y podíamos hacer algo juntas-, le dije.
La cosa quedó ahí. La pandemia no propició los encuentros y menos la posibilidad de ampliar la vida social. La casualidad quiso, sin embargo, que a finales de año yo quedara con Fer, que es como se llama ese amigo, para tomar un café y de la que me iba, apareciera Marina. Me la presentó y le hice saber lo mucho que me había gustado su trabajo y la ilusión que me haría una futura colaboración. Intercambiamos teléfonos y allá por febrero contactamos.
Le dije que quería color en los escaparates. Alegría, ilusión, fuerza. Nosotras teníamos unos vestidos maravillosos para la nueva temporada, una colección de bolsos mortal y unos zapatos de quitar el hipo. Pero queríamos presentarlos de una forma especial, de una forma que animara un poco el ambiente, que nos sacara del letargo y la tristeza. La invité a colgar algo de su obra, de hecho tiene una serie llamada Rosas que me encantaba y me encajaba de maravilla. Pero ella prefería aprovechar esta ocasión para presentar el último proyecto en el que andaba y que todavía no había visto la luz: Zodiaco. Me lo mostró, me maravilló y seleccionamos las cuatro obras (para los cuatro escaparates) que mejor encajaban con la primavera.
Así fue como nació Primavera Mágica. El sábado 20 de marzo, día en que despedimos al invierno, vio la luz y el resultado no ha posido ser más satisfactorio. La gente se arremolinaba frente a los escaparates contemplando, admirando, preguntando. En torno a las láminas de Marina, construimos el resto de la decoración. Los vestidos, los bolsos, los zapatos, los complementos. Todo gira sobre un hilo conductor, la primavera y la ilustración escogida. Para el suelo, creamos un mundo vegetal mágico, con ramas de palmera (que tan generosamente nos facilitó Soraya, de Viveros Solís), costillas de Adán o paniculata. Y en el escaparate pequeño, el primero de los que dan a las calle Juan Botas, la cabra de Capricornio, con cola de pez (Marina es así) custodiada por un gran ramo de astromelias en rojo oscuro.
Qué gozada nutrirse de lo que hacen otras personas y mezclar. Qué maravilla hacer de la tienda una galería de arte callejera y brindar la oportunidad de conocer el trabajo de nuestros artistas. Cómo llena ir más allá, dar una vuelta de tuerca y hacer que un comercio sea algo vivo, que participa, aporta y crea vecindad. De hecho, la idea ha tenido tal éxito y ha quedado tan bonita que el resto de los comercios de la calle Magdalena han querido sumarse a nuestra Primavera Mágica. En nada, las láminas de Marina lucirán en todos los escaparates de la vía. Una gran galería de arte al aire libre. Esto sí que es magia.
Marina ha hecho reproducciones de sus signos zodiacales numeradas y firmadas. Hay dos tamaños y dos precios. Nosotras tenemos en la tienda. Si os gusta su trabajo, entrad y preguntad. Mi hija ya me ha pedido Escorpio, que le ha encantado. También podéis ver todo lo que hace esta genial ilustradora en www.marinaeiro.es o seguirla en su instagram @marina_eiro. Ya os advierto, sus retratos son maravillosos.
¿Qué os parece? ¿Os pasais por Magdalena y os dejáis llevar por nuestra Primavera Mágica?