Mujeres Bellas

Veo Mujeres Bellas cada mañana. Mujeres que se levantan día a día e intentan dar la mejor versión de sí mismas. Mujeres que rastrean los puestos de fruta buscando piezas exquisitas, mujeres que sueñan con una historia y al levantarse la escriben, mujeres que tiran de su cuerpo y su maltrecha salud pase lo que pase, mujeres que se tienen que volver a reconocer cuando la menopausia revira sus cuerpos, mujeres que sonríen y siguen hacia delante tras despedir a su compañero de andadura en la vida, mujeres que cuidan a las personas que amaron y que se han vuelto otras con la vejez, mujeres que estudian y buscan aquello que piensan que las hará felices, mujeres que capturan la vida a través de su cámara, mujeres que se reinventan, mujeres activas…

No veo, sin embargo, que la publicidad represente a esas mujeres. Me siento frente a la tele o abro una revista de moda (dirigida a mujeres) y la imagen preponderante es la de chicas despampanantes anunciando cremas antiarrugas que obviamente no necesitan, modelitos imposibles, tiritas para pies perfectos o friegasuelos con tacones. Las mujeres bellas no tienen medidas perfectas y hacen muchas más cosas que lavarse el pelo con champú de keratina o devanarse los sesos buscando el tono adecuado del último maquillaje antiarrugas del mercado. Por eso, en El antiguo Iriarte hemos buscado a una mujer bellísima, llamada Luz Sol, para fotografiar a otras Mujeres Bellas que admiramos y a las que les gusta nuestra ropa. Mujeres como nosotras, con sus inquietudes, sus fortalezas, sus edades y sus cuerpos. Todas únicas y diferentes. Mujeres reales, que se han ganado las arrugas a pulso, que tienen su estilo vistiendo y las modas se las traen al pairo, mujeres que no callan, que se van conociendo y siguen en ello, con aceptación y cariño, mujeres de corto y largo recorrido. Mujeres Bellas.

Y las hemos retratado con prendas que ellas han escogido y en lugares que para ellas son cotidianos. Porque en El antiguo Iriarte las escuchamos y compramos lo que ellas nos demandan, lo que las hará sentirse más cómodas y lo que las hará gustarse, que no gustar. Esta campaña otoño invierno 2018 va por vosotras, Bellas.

Ana, 52 años, ama de casa.

Con Ana siempre tengo la misma discusión. Ella me pide una

talla, por lo general grande, y yo siempre le doy una o dos menos.

“Con esta tienes de sobra. Hazme caso”. Y acierto. Pero, a la

siguiente, ella vuelve a insistir. “Dame una talla más que he

engordado, que he dejado de fumar”. Y yo me río. Y ella, también.

Ana es confidente y amiga. Una mujer bellísima sin pelos en la

lengua que cada vez apuesta más por la comodidad. “Te dejo la

compra que voy a tomar un café”. Claro, Ana. Faltaría.

Foto: Ana lleva un chaquetón de estilo marinero de Bato Peto y un bolso

bandolera de la colección Miss Duck de Mandarina Duck.

Pilar,”taitantos”, funcionaria.

Pilar lleva el pelo rojo y los labios pintados. Le chiflan los colores

vivos y cada temporada viene a buscar las camisetas de

Lolitas&L. ¡Cuántas tendrá! Tiene un estilo tan definido que en los

muestrarios de esta marca siempre compramos dos o tres

modelos pensando en ella. “Esta para Pilar”, nos decimos mi

hermana y yo. Y no falla.

Foto: Pilar viste una camiseta de Lolitas&L con estampados de muñecas,

bolso Mini Mellow amarillo de Mandrina Duck y botines de plataforma de

Wonders.

Marta, Asun y Toya,

“Las chicas Iriarte”, trabajan juntas, cerca de la tienda,

y no confiesan su edad ni a tiros.

A media mañana, Marta, Asun y Toya salen a tomar el café y raro es

el día que, como mínimo, no se asomen al escaparate y me saluden

desde el exterior. Yo me río y salgo a charlar con ellas. “¡Hola chicas!

¿Visteis que cosas más chulas han llegado?”. “Sí, estuvimos ayer

con tu hermana y ya compramos”, me informa Marta para evitar

que mi ansia de venta no las seduzca. Pero aún así no se resisten y

entran a echar un vistazo. Son buenas amigas y se conocen, por

eso ejercen con desparpajo de asesoras unas de otras. Y Vanessa y

yo ahí estamos, sacándoles aquello que mejor les va y disfrutando

del desfile. Su visita siempre es motivo de risas y de celebración.

Por algo son “Las chicas Iriarte”.

Foto: Toya lleva un plumas de Lauren Vidal y un bolso de Plinio Visona, Asun

viste un peluche de print animal de La Fée Maraboutée que acompaña con

un bolso de Gabs y Marta, jersey de Bato Peto, abrigo de La Fée Maraboutée

y bolso de pelo de Plinio Visona.

Cova, profesora universitaria jubilada, 68 años.

Cova es pequeña pero se atreve con cualquier cosa. Le gusta la

ropa versátil, desenfadada y con un punto rompedor. Como es

ella, una mente inquieta, siempre creando, tramando, ideando.

Sentadas en las sillas de mi abuela, en la tienda, nos hemos

contado muchísimos secretos. Intensas y apasionadas, ambas,

nos reímos de nosotras mismas y nos preguntamos: “¿Cómo

desconectarnos?”. Y nos reímos a carcajadas. Tan pronto está

escribiendo un libro sobre la historia de su familia, le hace un

cómic a uno de sus hijos por el cumple o se enreda con la decoración,

que le chifla, y se pone a decapar un mueble. Cova es,

simplemente, genial.

Foto: Cova en su casa con un vestido de paño de cuadros de Humility 1949 y

unas chaqueta de punto negra de La Fée Maraboutée.

Aude, 38 años, comercial.

El destino quiso que con apenas 22 años, Aude dejara Lille, su

pueblo natal en Francia, y acabara en Oviedo para aprender

castellano. Aquí conoció a su chico y tuvo a su hijo, Leo, con el

que tiene una complicidad maravillosa. Aude tiene ese “chic”

francés que la hace elegante lleve lo que lleve, hasta con las

botas de agua y los guantes de podar, en su huerto, tiene esa

sencilla sofisticación que, además, envuelve con una voz melódica,

pausada y bajita, cómo no, con acento francés y una sonrisa

preciosa. Le van de cine las faldas de tubo con largo midi o un

simple vaquero con camisa blanca y carmín en los labios.

Foto: Aude lleva una chaqueta de punto de La Fée Maraboutée y un bolso

mochila multicolor de Gabs.

Luisa, funcionaria jubilada, 68 años.

Luisa se apoya en un bastón, para no perder el equilibrio, y camina

despacio, siempre con Nora, su galgo de pelaje atigrado, junto a

ella. El collar de la perra perfectamente coordinado con los colores

del atuendo de su dueña. Luisa lleva 20 años peleando con el

cáncer y, entre medias, con otros tantos males derivados. Pero

cada día pinta el ojo para salir y cambia de bolso (tiene modelos

de la tienda de hace 30 años). Y tiene un humor inteligente y ácido,

casi corrosivo, que me encanta. Con su oncóloga bromea: “Yo no

me voy a morir. Con todo lo que tengo, quedo de muestra”.

Foto: Luisa, que lleva un peluche de Lauren Vidal, pañuelo de HC

Complementos y bolso de Mandarina Duck, con Nora en El Campillín.

Lu,16 años, estudiante.

Lu mide 1,70, está proporcionada, tiene una melena rizada

espectacular, que ahora se plancha, y unos ojos que resucitan a

un muerto. Pero considera que es demasiado alta, que toda la

ropa le queda mal porque lo que le va bien de cadera le sobra un

kilómetro en la cintura, le gustaría tener el pelo liso y considera

que sus ojos son excesivos. Aún no tiene muy claro cual es su

estilo y, entretanto, viste como el resto de las adolescentes:

pantalones pitillo, jerséis oversize y deportivas. Ha posado

muchas veces para la tienda y cada vez que publico una foto me

dice lo mismo: “mamá, cómo publicas eso, estoy horrible”. Qué

cosas, yo siempre la veo bellísima.

Foto: Lucía en el Campillín con un pantalón de La Fée Maraboutée, Jersey y

cazadora acolchada de Lolitas&L, botas de Janet Sport y bandolera de Plinio

Visona.

Teruchi, casi 80, ama de casa.

“¡¿Pero cómo está esta ciudad?! ¡Está muerta! ¡No hay un alma

por la calle!”. Esto lo dice Teruchi, desde la puerta, apoyada en el

umbral, enfatizando sus palabras. Y entra y va directa hacia unos

zapatos planos de cordones. “¿Cómo son? ¡Qué cosa más ideal!”,

dice mientras los coge y los remira. Y cambia de tema, y te habla

de sus hijos (ha tenido once, nada menos) y de que está hasta el

gorro de ir al súper y de hacer la “dichosa comida” para un par

que todavía andan por casa. Tiene una energía espectacular y

luce divina, siempre inmaculada y con un gusto exquisito. “¡Ay! Ya

no se hace ropa como la de antes, ahora son trapos. ¡Si mi

madre lo viera! Una mujer elegantísima que murió con 92 años”.

Ella tiene “casi 80”. Pero la vitalidad de los 20. Yo la adoro.

Foto: Teruchi en Coalla Gourmet con un abrigo de pelo de Lauren Vidal y un

bolso góndola de Gabs.

Patricia y Rosario,

33 años, enfermera y mamá de Claudio. 53 años, funcionaria.

Son la menor y la mayor de cinco hermanos.

Patri y Rosario, la menor y la mayor de cinco hermanos, son

inseparables y casi siempre vienen juntas a la tienda. A las dos les

encanta la colección de Lolitas&L pero no le hacen ascos a

cualquiera de las firmas de El antiguo Iriarte. Patri acaba de ser

mamá y llama a su hijo bebé. “A ver Bebé, duerme que mamá va a

mirar ropa”. Y se prueba, y sale y entra del probador y coge lo que

quiere y lo deja y lo tantea. Porque se conoce muy bien, sabe lo que

le gusta y es franca y decidida. Y apunta: “esto para ti”, mientras le

pasa a su hermana un vestido. “Es de tu estilo total”, añade. Y la

mayor, más tranquila, se deja aconsejar por la pequeña, un

torbellino, mientras acuna a su sobrino. Y nosotras estamos en

medio de esa relación familiar y fabulosa que nos encanta.

Foto: Patri lleva un vestido de Lolitas&L, chaqueta calabaza de La Fée

Maraboutée y botines de Pons Quintana. Rosario, blusa de La Fée

Maraboutée, botines de Wonders y mochila de Mandarina Duck.

Bea,22 años, estudiante.

Bea es bajita y delgada. A duras penas logra que una 36 no le

siente holgada, pero se lo toma con humor. Le apasionan los

bolsos y los zapatos y, no sé cómo lo hace, pero tiene un ojo

clínico para fijarse en las piezas más caras de la tienda. Es alegre,

vivaracha y muy divertida. Tiene un amor a distancia, conduce un

Escarabajo rojo antiguo que le regaló su padre y que fue a buscar

no sé a dónde y habla un inglés perfecto. Siempre viene a la

tienda con Ana, su madre, y ha posado para nosotras en varias

ocasiones. Qué decir que es fotogénica, graciosa a más no

poder, payasa y muy vitalista. Y la queremos mucho, qué carajo.

Foto: Bea lleva un plumas de Geox, una bufanda de Lusol y un bolso de la

colección Mellow de Mandarina Duck.

María, ama de casa, 67 años.

Conozco a María desde mi adolescencia, desde tan joven que la

quiero. Pequeña y rellenita, María ha hecho mil dietas a lo largo

de su vida hasta que hizo las paces con su metabolismo. Pero yo

siempre la he visto preciosa. Su sonrisa, perenne, es bondadosa

y cándida y su mirada, vivaracha y dulce. Le gustan las blusas

holgadas, los colores vivos y los zapatos de cuña. Hace tres

años, de forma repentina, perdió a su compañero, a su amigo, al

amor de su vida. Y tuvo que aprender a seguir sin él, a vivir en

solitario, siempre arropada por unos hijos que la adoran. Cada

viernes, cuando sale de la pelu, viene a vernos. Con su linda

sonrisa. Se sienta en una de las sillas de la tienda y nos contamos

la vida. Nos presta…

Foto: María en Isidoro, su peluquería de toda la vida, vestida con un blusón de

Bato Peto, deportivas de Janet Sport y bolso de Gabs.

Luz Sol,

administrativa y fotógrafa pasional, 57 años

Luz apareció en nuestras vidas hace algo más de tres años,

¿tanto ya?, para proponernos participar en su serie fotográfica

“Rostros de Oviedo”. La conexión fue inmediata y el cariño y la

admiración mutua ahí quedaron, aguardando. Al idear la campaña

“Mujeres Bellas” nos vino su nombre al instante. Sensibilidad,

delicadeza, gusto y feminidad son el denominador común en

todas sus instantáneas. Nos pusimos en contacto y le contamos

nuestra idea. Desde ese momento, Luz se involucró al cien por

cien. Se ilusionó, propuso, quedó y creó tal magia con todas las

Mujeres Bellas que el proyecto se hizo aún más grande por el

tamaño de los corazones de quienes lo han habitado. Gracias

Luz, ha sido un placer y un privilegio.

Foto: Autorretrato de Luz Sol. Lleva un vestido con estampación floral y aire

vintage de La Fée Maraboutée.