El pasado lunes, cuando apenas acababa de comenzar el confinamiento, recibí un wp de mi amigo Ezequiel Sebastian Beltran, alma, corazón y vida de ObjetivoDrone.
«Oye querida, estos días, como vamos a tener tiempo, había pensado editarte algún vídeo con las fotos que quieras de la nueva temporada», rezaba su mensaje.
Una que es sensible y de lágrima fácil, imaginaos. Cuando estás muerta de miedo por la salud de tus mayores y de la gente que quieres, cuando tienes el corazón quebrado por los avatares de la vida, cuando cierras tu negocio con la incertidumbre de la próxima apertura y de la supervivencia , cuando te ves enjaulada como un pájaro y cuando los proyectos que tenías a corto plazo se desvanecen como la niebla matutina cuando comienza a calentar el sol. En ese preciso momento, te llega ese mensaje.
Y de pronto te ríes y comienzas a maquinar. Piensas que, a pesar de todo, esta pesadilla que todos estamos viviendo tiene su cara bonita. Amigos que te aprecian y que piensan en cómo pueden emplear su tiempo para echarte una mano. Este invierno visité el Museo de Belenes en Mollina, en Málaga. Una de las escenas reproducía una calle de un país en guerra, donde todo estaba derruido, gris, triste y decadente y, sin embargo, en un rincón, la luz de una hoguera iluminaba un pequeño Nacimiento que contemplaban, embelesados, tres chiquillos. Era una escena conmovedora. La luz en la oscuridad.
Así es cómo siento yo ahora el ofrecimiento de Eze. Y las clases de mantenimiento que nos regala otra amiga, Iraima Fernández Nutrición, todas las mañanas en Facebook a las 12:30. O las recetas que Puri Méndez sube a su muro para que todos cocinemos rico y sano durante el encierro y no nos pongamos como boliches. O los hermosos textos con los que César Inclán nos hace viajar en el tiempo y en las emociones. O las píldoras sobre la cuarentena, unas con humor, como las de mi maestro de profesión en la carrera periodística, Francisco García y otras con el corazón en un puño, las de otra chica de la prensa, Idoya Rey. O el centollo que me trajo hasta el portal, con mascarilla y con guantes, mi amigo Jorge, que es el mejor pescadero de la ciudad, para celebrar mi cumpleaños.
Por tanto, me sacudí penas y preocupaciones y me puse a ello. A encontrar esa luz en la oscuridad. Eze me sugirió dejar las fotos para más adelante y hacer un vídeo casero sobre nuestro encierro, sobre cómo encarar y qué hacer estos días en casa. Cogí mi móvil, un pequeño trípode que compré un día en un chino y me pasé toda esta semana grabando planos. No os cuento más que si no no veis el vídeo. Es una chulada y Eze, además de un ser excepcional, es un mago. La última parte, en la que salgo en imagen y os dedico unas palabras, me costó un riñón. ¡Qué difícil es hablar frente a una cámara! ¡Pero bueno! Ahí lo tenéis. ¿Quién dijo miedo? Además, después de vieja, gaitera, como dice el dicho. A estas alturas, ni vergüenza ni pudores pueriles.
https://video.wixstatic.com/video/43828a_9e9e8a26a3ab4b05a96d50c8b80c8d82/1080p/mp4/file.mp4Esta primavera, nosotras #nosquedamosencasa. Es lo que se lleva, lo que toca, nuestra obligación y nuestra forma de luchar contra el bicho. Pero, cuando podamos volver a nuestra rutina, las tiendas pequeñas, las de barrio, os necesitaremos. ¿Contamos contigo?
c/ Magdalena, 24
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